martes, 23 de junio de 2015

Erreginak eta mojak bakarrik historia ofizialean


Monjas y reinas son las únicas mujeres visibles para la historia oficial
Los manuales omiten, casi por completo, qué les ocurrió a ellas en los momentos históricos que se estudian, o en cuáles de éstos participaron
"Las mujeres no aparecen porque el modelo de género las excluía del ejercicio de poder y la toma de decisiones", dice Henar Gallego, de la Asociación de Investigación de Historia de las Mujeres


Son muchas las científicas,matemáticas, artístas, filósofas o políticas que con sus obras e ideas contribuyeron al progreso de la Humanidad
Son muchas las científicas,matemáticas, artístas, filósofas o políticas que con sus obras e ideas contribuyeron al progreso de la Humanidad

Se dice que la historia la escriben siempre los vencedores. Un gran número de filósofas, pensadoras e historiadoras le añadirían al final de esta frase dos puntos para incluir dos palabras más: los hombres. ¿Por qué el imaginario colectivo asocia casi de manera irracional la conquista de derechos, los avances científicos y técnicos, las guerras o las revoluciones con las aportaciones masculinas? ¿Es que las mujeres no participaron de los periodos más determinantes para la humanidad?
Lo cierto es que los procesos sociales y políticos se han contado obviando a la mitad de la población. Para la mayoría no es fácil dar una lista de pintoras, científicas, músicas, filósofas o inventoras destacadas. Resulta difícil conocer a través de los libros de texto y manuales de estudio qué les ocurrió a ellas en los momentos históricos analizados, o en cuáles de éstos participaron. 
La obra Emilio, de Rousseau, por ejemplo, se estudia como un tratado de referencia sobre la educación sin añadir que a las mujeres les reserva un capítulo en el que afirma que están hechas especialmente para complacer al hombre. Tampoco se cuenta que cientos de mujeres fueron soldados en la guerra civil norteamericana o que en la española fueron muchas las guerrilleras que vivieron en la clandestinidad e incluso que algunas dirigieron columnas de milicianos.
Para María Castejón, historiadora y profesora del Campus Relatoras, esto es fruto "de la sociedad patriarcal y androcéntrica en la que vivimos, que toma al hombre como medida de todas las cosas". La de las mujeres es una historia invisibilizada que aún permanece en la sombra. De hecho,  un estudio publicado por la Universidad de Valencia revela que sólo el 7,5% de las figuras que aparecen en los libros de ESO son mujeres, lo que de acuerdo con su autora Ana López-Navajas, "es una grave carencia colectiva”.
Henar Gallego, presidenta de la Asociación Española de Investigación de Historia de las Mujeres, considera que la historia tradicional se ha interesado solo por determinadas esferas de actuación de las comunidades humanas: el ejercicio del poder político, religioso, económico y el dominio del espacio público. Por ello, si se escribe la historia desde esta perspectiva "las mujeres no pueden aparecer porque el modelo de género las excluía del ejercicio de poder y la toma de decisiones". No es hasta los años 60 y 70 del siglo pasado cuando surge la necesidad por parte de historiadoras feministas de recuperar la memoria histórica de las mujeres.

Democracia, pero sin ellas

Pero si una etapa es reveladora en este sentido es la Revolución Francesa de 1789, momento fundacional de las democracias modernas en Occidente, en el que se firma un nuevo contrato social y se proclama la igualdad universal. Pero, ¿igualdad para quién? La Revolución traicionó a las mujeres, que fueron excluidas de la vida política y social y condenadas a la eterna minoría de edad.
La historia ha ignorado que fueron expulsadas de la Asamblea Constituyente y que se votó en contra de educar de manera igualitaria a niños y niñas o de conceder a las mujeres derechos políticos. Tampoco se recuerda que las mujeres tuvieron un papel protagonista en la Marcha sobre Versalles y se organizaron para redactar los Cuadernos de Quejas, a través de los cuales los tres estamentos: el clero, la nobleza y el pueblo expresaban sus reivindicaciones. "Nosotras somos el tercer estado del tercer estado", decían ellas. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que se conmemora anualmente y no incluía a las mujeres, tiene su réplica en la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, pero ¿muchas personas podrían nombrar a su autora, Olympe de Gouges?
Según la filósofa Ana de Miguel, es importante remarcar dos de las vertientes en las que la historia se olvida de ellas: por un lado se oculta que las mujeres han estado sometidas y han sufrido opresión por parte de los hombres y por otro, se obvian las luchas feministas que ellas han enarbolado a lo largo de los siglos. "Ignorar ambas cosas hace que parezca que no han existido”, comenta. Castejón añade que tampoco se cuenta el protagonismo y presencia que ellas han tenido en los momentos de desarrollo de la civilización ni se recuperan figuras femeninas de relevancia. Sostiene que "antes del siglo XIX, las que han pasado a ser célebres, son únicamente monjas y reinas".
Las mujeres que sí ha rescatado la narración oficial están relacionadas con los "poderes establecidos como la Iglesia y la Monarquía", afirma Sara Sánchez, fotógrafa e investigadora de historia de las mujeres. Por tanto, dice, cualquiera que destacara sin someterse a ellos o intentara derrocarlos ha sido obviada e ignorada. Otra de las explicaciones que ofrece Sánchez es que los famosos roles de "genio" y "musa" tampoco han contribuido a la igualdad, pues ha relegado a las mujeres a ocupar un papel pasivo, "a ser un objeto bello que solo sirve para el deleite visual masculino".

Referentes olvidadas

Son muchas las mujeres que han hecho aportaciones en todos los ámbitos de estudio y creación. Científicas, matemáticas, filósofas, pintoras, músicas o políticas que con sus obras, descubrimientos e ideas contribuyeron al progreso de la Humanidad. Hipatia fue una alejandrina que vivió entre lo siglos IV y V y logró innumerables avances en el mundo de la ciencia, la astronomía y las matemáticas. Los trovadores de la Edad Media siempre han sido considerados hombres, sin embargo también hubo trovadoras. Beatriz de Día fue una de ellas. Escribió poemas contra las reglas que regían la vida de las mujeres de la época.
Christine de Pisan fue una importante poeta y escritora y Mary Wollstonecraft, ya en el siglo XVIII, escribió la Vindicación de los Derechos de la Mujer. La francesa Flora Tristán es una de las precursoras del socialismo en el siglo XIX y a Ada Lovelance se le considera la madre de la informática, pues es la primera persona que describe un lenguaje de programación.  Los fundamentos de la tecnología de comunicación inalámbrica, el limpiaparabrisas y la calefacción del coche, la balsa salvavidas o la jeringa médica son todas invenciones de mujeres.
Estudiar la historia con perspectiva de género nos permite identificar las relaciones de poder, que siempre se han dado de forma desigual entre hombres y mujeres
La lista es larga y nombrarlas a todas sería imposible. Pero, al margen de los nombres de mujeres relevantes olvidados, también se produce una invisibilización de ellas como colectivo, de sus actividades y de sus movilizaciones para cambiar el orden social establecido. Si hay un movimiento ninguneado por la historia es el feminismo. Las raíces ilustradas, el sufragismo, el feminismo socialista o el feminismo radical no son contenidos habituales que se den en las aulas, más allá de unas pocas asignaturas específicas que se imparten en algunas universidades. Aun así, en opinión de Ana de Miguel, "no hay voluntad general para hacerlo, sino que depende de la existencia de mujeres con poder para que esta temática se incorpore a los planes de estudio".
De acuerdo con Henar Gallego, esta es una "historia parcial y empobrecida". Sin embargo, comprenderla de forma completa va mucho más allá de una cuestión de conocimiento. Estudiarla con perspectiva de género nos permite identificar las relaciones de poder, que se han dado de forma desigual entre hombres y mujeres. Y es que ser conscientes del pasado ayuda a identificar lo que ocurre en la actualidad.
Sobre esta idea insiste De Miguel, que explica que hacer una relectura de la historia sirve para poner nombre a los problemas de desigualdad y violencia que enfrentan las mujeres hoy en día. "Que no estemos representadas en los parlamentos o en los puestos de responsabilidad de las empresas, que siga existiendo la violencia de género o que la mujer siga encargándose de los cuidados no responde a un problema de naturaleza: es que venimos de una historia de opresión y sometimiento, que hay que recuperar y conocer".
eldiario.es

miércoles, 10 de junio de 2015

POLÍTICA CIENTÍFICA: Política científica
Joan Steitz, profesora de la Universidad de Yale

"Hay que aumentar el número de mujeres en la ciencia, ser minoría es parte del problema"


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Joan Steitz es profersora de la Universidad de Yale y del Instituto Médico Howard Hughes, además de activista en la promoción de las carreras científicas de las mujeres. / Maruxa Martínez-Campos 
¿Es la ciencia un campo particularmente machista?
En realidad, no. Yo diría que es comparable a los estudios jurídicos, de finanzas... ¡cualquier profesión competitiva y con fuerte presión parece que sufre el mismo problema! De hecho, en una edición reciente de la revista Science se mostraba que los campos más sexistas son aquellos en los que la gente cree que hay que ser un genio para trabajar, como la física, o ¡incluso la filosofía! Dentro de las ciencias, la biología suele ser considerada como una de las más equilibradas en cuanto a género.
"Dentro de las ciencias, la biología suele ser considerada como una de las más equilibradas en cuanto a género"
Cuando usted empezó, no había prácticamente mujeres científicas que pudieran ser modelos a seguir. ¿Cómo le afectó?
Como estudiante o incluso durante el postdoctorado, después de mi tesis, ni siquiera se me ocurrió que pudiera convertirme en una jefe de grupo. Me quedé muy sorprendida cuando recibí una oferta de trabajo. La biología molecular era un campo nuevo y casi no había universidades en EE UU que tuvieran biólogos moleculares, así que esto ayudó. Pero no me sentía en absoluto preparada. Sin embargo, siempre me gusta responder a los desafíos y pensé que si otros podían hacerlo, también yo. Esto no quiere decir que no estuviera asustada. Solo había un par de mujeres en Yale en ese momento.
¿Alguna vez ha sufrido discriminación por ser mujer?
He visto cosas terribles que les han sucedido a otras mujeres, pero yo solo he experimentado cosas de poca importancia. Probablemente como muchas mujeres de mi generación, siento que he tenido mucha suerte y que me he escapado de la discriminación que han sufrido la mayoría de las mujeres.
¿Cómo ha mejorado la situación en los últimos veinte años?
"He visto cosas terribles que les han sucedido a otras mujeres, pero yo solo he experimentado cosas de poca importancia"
Las cosas no han cambiado lo suficiente, aunque han cambiado increíblemente. Antes se hacían abiertamente comentarios muy discriminatorios. Ahora todo el mundo está más sensibilizado y no se hacen tan abiertamente –pero no quiere decir que no se digan en privado o en cenas–Y a las mujeres todavía se les paga menos que a los hombres por el mismo trabajo. Por lo tanto, todavía no hemos llegado a donde hace falta.
¿Qué se puede hacer y quién debe hacerlo?
Lo que hay que hacer es aumentar el número de mujeres en la ciencia, porque ser parte de la minoría definitivamente no ayuda, ¡es parte del problema! Pero no sé cómo se ha de hacer esto. Ahora bien, lo que está claro es que los cambios tienen que venir de arriba. He visto como las cosas mejoran con un nuevo director, solo para volver hacia atrás de nuevo con otro. Además, los organismos de financiación y los gobiernos deberían recopilar información sobre los porcentajes de mujeres que solicitan y reciben subvenciones y hacerla pública; dar esta información a las personas que están tomando las decisiones, utilizarla para hacer comparaciones en el tiempo y ver cómo la situación va cambiando. Es necesario que nos vayamos fijando en esto.
"No te das cuenta de cómo de sesgada estás tú misma y cómo estás de sujeto o sujeta a estereotipos hasta que te pones a prueba"
Algunos países lo llevan mejor que otros...
Un buen ejemplo es la "subvención de apoyo 120%" en Suiza. Una investigadora que tiene un niño pequeño puede optar por trabajar a tiempo parcial y tener una reducción del 20% en su salario por parte de su institución. A cambio, el Gobierno le da el 40% de su salario para contratar a alguien que le ayude en su investigación, o con el cuidado del hijo.
¿Algún consejo?
Existen tests de "sesgos implícitos" que han descubierto cosas realmente impresionantes. No te das cuenta de cómo de sesgada estás tú misma y cómo estás de sujeto o sujeta a estereotipos hasta que te pones a prueba. Así es que sugeriría a todos los investigadores que hicieran estos tests ellos mismos y reflexionaran sobre sus propias actitudes. Quizás parte del cambio debe venir desde dentro.

domingo, 7 de junio de 2015

POLIAMOR

Crecí en una familia poliamorosa

                                   CRECÍ EN UNA FAMILIA POLIAMOROSA

Pocos símbolos culturales tienen tanto peso en la sociedad como el núcleo familiar "tradicional", ya sabes: dos progenitores heterosexuales, dos hijos, un perro y una bonita casa adosada. No me malinterpretéis, no hay nada de malo en ese modelo. Es solo que yo me crié en un entorno distinto.
Mis padres practican el poliamorun término de origen medio griego, medio latín, con el que se designa a las relaciones sentimentales no monógamas y con el consentimiento de todos los miembros implicados. De pequeño vivía con mi padre, mi madre, el compañero de mi madre y, durante una temporada, la compañera del compañero de mi madre. Mi madre podía a llegar a tener hasta cuatro compañeros a la vez. Papá también tenía sus compañeras, así que me crié en una red interconectada de adultos que mantenían relaciones no excluyentes pero con compromisos que podían prolongarse durante años, incluso décadas.
La primera vez que me lo explicaron tendría unos ocho años. Mi hermano de cuatro años preguntó por qué James, el compañero de mi madre, pasaba tanto tiempo con nosotros.
"Porque le quiero", dijo mi madre, con toda naturalidad.
"Pues eso es bueno", respondió mi hermano, "porque yo también le quiero".
La verdad es que era así de sencillo. Visto en retrospectiva, lo que más me maravillaba de nuestra situación era lo abrumadoramente normal que parecía todo. Casi desearía que hubiera sido más emocionante. Haber sorprendido a mis padres en una orgía amenizada con anfetaminas, gente con el culo al aire, monjas y aves de corral. Pero no, la mía era una familia disfuncional como otra cualquiera.
Nunca le he reprochado a mis padres que tuvieran otros compañeros. Solíamos ir todos juntos al cine o a pasar las vacaciones en un barquito. El hecho de que hubiera más adultos de lo normal en casa se traducía en más amor y apoyo y más ojos que velaran por nosotros. Mi padre y James tampoco sentían celos mutuos, no existía esa presencia del macho alfa marcando sus dominios. Eran buenos amigos.
Recuerdo la primera vez que James me regañó. Tenía ocho años y sin darme cuenta me lancé corriendo al tráfico de la calle. James tiró de mí hacia la acera y me gritó por no haber mirado a derecha e izquierda. Recuerdo que pensé, Anda, así que este adulto también me puede disciplinar. No tardé en darme cuenta de que aquello quería decir que tenía un adulto más pendiente de mi seguridad, dispuesto a evitar que acabara aplastado por las ruedas de un coche, y que al fin y al cabo aquello era positivo.
Tuve suerte de vivir en un entorno relativamente agradable en casa, porque la escuela era una verdadera pesadilla. Era tartamudo y sentía especial predilección por las baladas de los ochenta: contarle a alguien cómo era mi familia habría supuesto ganarme una paliza por derecho. Una vez los matones del colegio (con un agudizado sentido del patriarcado) la tomaron con un chaval cuando se enteraron de que su padre era el que cuidaba de la casa. ¿Cómo se me ocurriría anunciar que mi madre tenía cuatro novios? Yo solo tenía un amigo (haber tenido más habría interferido en mi senda espiritual centrada en el estudio de las enciclopedias de Star Wars y en deleitarme con mis primeras incursiones en el onanismo), el único que estaba al corriente de mi peculiar familia, y cuando se lo conté, se limitó a encogerse de hombros.
Nuestra comunidad eclesial, sin embargo, sí que se enteró del acuerdo de mis padres. Vivíamos muy cerca de nuestra parroquia de la iglesia anglocatólica en el este de Londres y, aunque nunca mentimos acerca de la dinámica de mi familia, tampoco íbamos pregonándolo a los cuatro vientos. Nos referíamos a James como "un amigo de la familia", y durante un tiempo funcionó. Pero al final nos echaron. Alguien había estado investigando la página de LiveJournal de mi madre en internet y se propagó el rumor de que mi familia era poliamorosa.
La mayoría trataba de entenderlo, pero no todos eran capaces. Tal era el rechazo que sintió una familia en concreto que prohibieron a sus hijos jugar con nosotros. El asunto empeoró cuando alguien hizo una llamada a los servicios sociales, vinculando las relaciones poliamorosas con el abuso de menores, lo que provocó un goteo incesante de visitas de asistentes sociales a casa. Recuerdo perfectamente estar sentado en el suelo del salón, con mis muñecos de Robot Wars, Hypno-Disc en una mano, Sir Killalot en la otra, intentando convencerles de que mis padres no me estaban haciendo ningún daño.
Hoy en día, cuando menciono el hecho de que mis padres practican el poliamor, las reacciones oscilan entre la extrañeza y la admiración, aunque la mayoría reacciona positivamente. Otros se sienten amenazados, pero enseguida bajan la guardia cuando les aseguro que no pretendo criticar su relación monógama.
Haciendo balance, creo que mi educación en este entorno me ha hecho ser mejor persona. Tuve la oportunidad de hablar con adultos de procedencias muy dispares, ya fueran los compañeros de mis padres o los compañeros de los compañeros de mis padres. Viví con personas gais, heteros, bi, trans, con escritores, científicos, psicólogos, adoptados, bermudeños, hongkoneses, gente rica y gente que vivía de subsidios. Crecer en ese crisol contribuyó a ampliar mi perspectiva del mundo y a forjar mi personalidad.
Nunca he envidiado a mis amigos con padres monógamos. Había chicos que vivían con dos o un progenitor, o con padrastros, o con los abuelos o sus tías o tíos, así que lo mío no era tan raro. Supongo que no habrá mucha diferencia en el modo en que unos padres monógamos y unos poliamorosos pueden joder la vida a sus hijos. Los buenos padres lo son sin importar el número. Por suerte, los míos eran increíbles.
Tampoco creo que las relaciones poliamorosas sean mejores que las monógamas. Sencillamente, son distintas, pero me gustaría que no estuvieran tan estigmatizadas. Solo el 17 por ciento de las culturas humanas practican la monogamia estricta, mientras que el resto abraza una mezcla de relaciones. No existe la familia tradicional. En su libro Sex at Dawn, el escritor Christopher Ryan explica que la monogamia se remonta solo a la época de la revolución agrícola. Antes de ese punto, vivíamos en pequeñas comunidades que compartían sus propiedades (alimento, refugio, porras, abrigo, etc.). Tras la llegada de la revolución agrícola se desarrolló la monogamia, fruto de la preocupación por la perpetuación de la especie y la herencia de los bienes materiales. Según Ryan, la conducta romántica que el ser humano tiene en la actualidad tiene un carácter puritano innecesario, "se tienen una visión victoriana y anticuada de la sexualidad humana, en la que se vincula el deseo con los derechos de propiedad". El siglo XX presenció el regreso a nuestras raíces poliamorosas, consecuencia de la revolución sexual y el feminismo y, por extensión, de la mayor independencia económica de la mujer, y parece que la tendencia va a seguir creciendo.
Mucha gente me pregunta si el hecho de tener padres poliamorosos ha alterado mi forma de concebir el amor como adulto, y la respuesta no es sencilla. Haber crecido en un entorno poliamoroso me ha hecho percibir la monogamia como algo ajeno y antinatural. Es posible amar a más de un amigo o familiar a la vez, por lo que la idea de que solo se puede sentir amor por una única pareja resulta chocante. Ahora estoy en la veintena y tengo inclinación por tener varias compañeras (aunque quizá se deba más a la libido que a una convicción filosófica). No me considero poliamoroso, pero estoy abierto a mantener relaciones tanto con varias compañeras como con una sola.
Pasamos gran parte de la vida sufriendo y luchando; el resto es amor y buena pizza. Para un fragmento de tiempo cósmico que pasamos en este diminuto grano de arena que llamamos Tierra, ¿no podemos sencillamente aceptar que el amor es amor, ya sea entre razas, entre personas del mismo sexo o entre más de dos individuos? La discriminación del amor es una enfermedad del corazón, y para contraerla ya tenemos la pizza.
Benedict Smith            @mrbenedictsmith

viernes, 5 de junio de 2015

Bikotearekin apurketa eta dolua

El duelo tras una ruptura de pareja

El duelo tras una ruptura de pareja
Las sexólogas y los sexólogos, además de ayudar a las parejas con dificultades en su relación, también trabajan de forma frecuente con personas que se enfrentan al final de una relación amorosa.
Son experiencias bastante comunes, ya que no es poco el número de personas que han tenido que afrontar el final de una relación de pareja. Y, aunque cada separación es diferente, para muchas personas pueden ser experiencias verdaderamente dolorosas.
El sufrimiento experimentado depende de muchos factores: la calidad percibida del vínculo amoroso que se pierde y la duración del mismo, los recursos psicológicos de la persona que sufre la pérdida, los recursos personales y la red de apoyo (familiares, amigos…) con los que cuenta, la forma y manera en que se da la ruptura, el momento personal en que se da y las circunstancias vitales que lo acompañan…
Tampoco es igual la vivencia de la persona que, poco a poco, toma la decisión de abandonar una relación de pareja, que la vivencia de la persona que es abandonada. Ambas pueden sufrir, pero la persona abandonada suele haber tenido menos tiempo para asimilar la situación y el dolor puede llegar de golpe y de forma bastante intensa.
Son conocidas las fases del duelo:
  • Una primera fase de negación, donde la persona siente incredulidad y estupor ante lo ocurrido, y frecuentemente, fantasea con que todo volverá al estado anterior, y la ruptura será sólo un episodio pasajero. En estos momentos, puede buscar la soledad, y ocultar la ruptura a amigos y familiares, a la espera de que todo pase.
  • Cuando la persona empieza a asimilar la ruptura, comienzan los sentimientos de enfado y de ira. La persona se pregunta qué ha hecho mal, o se interroga acerca de las razones de la separación. Surgen sentimientos de despecho, la persona se siente herida, y frecuentemente, resentida y rencorosa.
  • Posteriormente, y a veces alternándose con los períodos de enfado, la persona comienza a sentirse profundamente triste y apenada. Es la fase en la que comienza a plantearse cuestiones como: “¿Encontraré a otra pareja algún día? ¿gustaré a otras personas? ¿seré capaz de recuperarme de este dolor? ¿me ha dejado porque no valgo la pena?”, etc. Es frecuente en esta etapa cierto descuido o dejadez, tanto de los hábitos saludables (en la comida, en lo relativo al ejercicio físico…), como en los hábitos de cuidado personal. Suele ser habitual tener dificultades para dormir correctamente, y despertarse pensando en la ruptura y en la persona que nos ha abandonado. La persona piensa obsesivamente en la relación rota y en la expareja, a veces no habla de otra cosa. La sensación de dolor y vacío suele ir acompañada de momentos donde el llanto se hace inevitable.
  • Tras el intenso viaje por las fases anteriores, por fin, la persona comienza a encontrar cierta paz y ciertatranquilidad. Es lo que se conoce como fase de aceptación. La persona va asimilando la nueva situación, y comienza a adaptarse a la misma. El pensamiento obsesivo cede y puede hablar y pensar en otras cosas que no sean la expareja y la ruptura. La tristeza y la ira se apagan y, aunque la persona no es necesariamente feliz en esta fase, sí que está más tranquila y sosegada y recupera ciertos momentos agradables en su vida.
  • Posteriormente, la persona asimila de forma completa lo sucedido, y lo integra en su vida. Se ha organizado y adaptado plenamente a su nueva situación, y se ha recuperado totalmente. Ha creado nuevas redes y actividades o retomado las ya existentes, y es capaz de hablar sobre la ruptura sin emociones intensas.
 El tiempo que dura un duelo de este tipo es variable para cada persona, aunque diversos estudios lo sitúan entre los seis meses y los dos años.
¿Cómo puede facilitarse la recuperación tras una ruptura amorosa?
Aunque en todos los casos la persona va a necesitar tiempo para reponerse, hay ciertas actitudes que pueden ayudar a la persona que se encuentra en esta situación. Por ejemplo, buscar activamente la compañía de amistades y familiares con los que se puedan compartir los sentimientos, y con los que también pueda desarrollar actividades que distraigan y mitiguen, al menos en parte, el dolor y la tristeza. Suele ser útil también evitar o limitar al máximo el contacto con la expareja, ya que las llamadas o mensajes constantes, pueden mantener la ilusión de que la relación puede recomponerse y alargar todo el proceso. En este sentido, no conviene recrearse día tras día en la contemplación de fotos de la pareja, escuchar las canciones que se compartieron con ella, etc., suele ser de utilidad limitar el contacto con objetos que recuerden constantemente a la pareja, cambiando incluso algunos detalles de la decoración de la casa, si es necesario.
Cuidar en lo posible la alimentación, y la salud (hacer ejercicio físico, salir al aire libre…), y cuidar en lo posible el aspecto físico, también puede ayudar. Desarrollar a ratos actividades que absorban toda la atención y ayuden a “despejar un poco la cabeza” también suele ser de utilidad. Y por supuesto, desarrollar en lo posible el pensamiento positivo, y no dejarse llevar por ciertas ideas pesimistas que en esta etapa es frecuente que aparezcan.
 Por otro lado, si siente que lo necesita, la persona puede acudir a un profesional que le apoye en este periodo de su vida, y le oriente para superarlo de la mejor forma posible. Las sexólogas y los sexólogos realizan con frecuencia esta labor.
Lasexologia.com es un centro, situado en Madrid, especializado en la orientación, el apoyo y la terapia a personas con problemas sexuales o afectivos. Contamos con más de 15 años de experiencia ayudando a personas a vivir con mayor satisfacción. Si deseas más información, contacta con nosotros.
Lasexologia.com

Emakumeak textu liburuetan, Non daude?

¿Dónde están las mujeres en los libros de texto?

Un estudio de la Universidad de Valencia revela que tan sólo el 7,5% de los referentes culturales y científicos que aparecen en los libros de texto de la ESO son mujeres. ¿Es culpa de la discriminación sufrida por las mujeres a lo largo de la historia o ha habido una ocultación de referentes?
Ilustración de Pol Rius.
No hay referentes culturales y científicos femeninos en los libros de texto de los colegios. ¿Por qué en 600 años de literatura castellana, hasta el XX, la única autora que se se suele citar en los manuales es Santa Teresa de Jesús? Esta pregunta la formula Ana López-Navajas, autora del estudio Análisis de la ausencia de las mujeres en los manuales de la ESO. Una genealogía del conocimiento ocultado, que continúa: "¿Por qué no aparece Gertrudis Gómez de Avellaneda, reconocida figura del romanticismo? ¿O María Rosa Gálvez, del XVIII, que llenaba más teatros que muchos compañeros suyos?" Todas estas cuestiones las lanza al aire el estudio, realizado por la Universidad de Valencia bajo el amparo del extinto Ministerio de Igualdad -época Zapatero-, que constata que los referentes femeninos representan tan solo el 7,5% del total de figuras que aparecen en los libros de la ESO.
"Es una estafa cultural, nos han robado referentes fundamentales", sostiene la autora del estudio, que considera que durante los años se han silenciado figuras femeninas que incluso en su tiempo gozaron de renombre y que la tradición las ha ido apartando del foco principal. Pero por el contrario, los editores de libros consideran que es la historia que ha despreciado a las mujeres, no quienes editan los libros de texto. "Por desgracia, en la historia los personajes más influyentes han sido hombres, y los libros de texto están condicionados por este hecho", defiende Albert Garrido (Edebé), responsable del ámbito de libros de texto del Gremio de Editores de Cataluña.
Para realizar el estudio se han analizado 115 libros de 19 asignaturas diferentes de toda la ESO. En total se ha llegado a crear una base de datos con 5.527 personas de referencia citadas en los manuales. De éstas, sólo 690 son mujeres -un 12,8%-. Pero si se tiene en cuenta el número de apariciones -para aventurar su importancia-, las referencias a mujeres relevantes disminuyen hasta el citado 7,5% del total.
Estudio sobre presencia de referentes femeninos en los libros de texto.
Fuente: Universidad de Valencia
Por materias, la muestra también es sugerente. "Las asignaturas de enfoque histórico y científico, las más poderosas, tienen menos presencia de mujeres. En cambio, en las más pertenecientes a la actualidad, como inglés o francés, contienen más referencias", apunta López-Navajas. En inglés y francés, de hecho, la aparición de mujeres en los libros de texto es del 29% y el 21%, respectivamente. También tienen una presencia destacada en la próximamente desaparecida Educación para la Ciudadanía (22%). Sin embargo, los porcentajes rondan el 10% cuando se trata de Física y Química (8,5%), Ciencias naturales (10,2%) o Ciencias Sociales (6,6%).
¿Referentes culturales femeninos olvidados?
"La proporción seguiría siendo favorable a los hombres, que han disfrutado de predominio social, y seguro que cuando más atrás vas en la historia menos referentes culturales femeninos hay, pero aún así la presencia actual de mujeres en los libros no hace justicia a su importancia", reivindica Tania Verge, Agente de Igualdad de la Universidad Pompeu Fabra (UPF). "Muchos autores se apoyaban en autoras que no podían firmar y, por lo tanto, no se las reconocía. Por ejemplo, John Stuart Mill admitió que su mujer [Harriet Taylor] había sido coautora de muchas de sus obras. Esto lo sabemos hoy pero aún así no lo glosamos", lamenta Verge.
Esta situación, según Verge, es un peligro para las mujeres -y la sociedad en general-, que se quedan sin referentes válidos y que por méritos deberían constar en los manuales: "Esta situación hace que las mujeres sean menos referencia de conocimiento y tengan menos autoridad en la producción, y se les quita protagonismo en la historia. Todo esto es muy pernicioso actualmente, sobre todo para las mujeres, si se tiene en cuenta que aprendemos por socialización y por modelos de referencia".
Para combatir esta situación, en el propio estudio se expresa que una segunda fase del proyecto será crear una base de datos que permita intervenir en la incorporación de mujeres en los contenidos y en la adecuación del relato a los hechos. No se trata de una discriminación positiva, en palabras de López-Navajo, sino más bien de una revisión "con sentido crítico" que permita incluir a las mujeres de referencia por simple cuestión de méritos.
Las editoriales apuntan al currículum
Ante las conclusiones del estudio, las editoriales argumentan que, en cualquier caso, no son ellas las que establecen qué se debe estudiar y qué no, sino que es la Administración la que fija los contenidos que se deben impartir, y los libros se adaptan a ello. "Esto no es culpa del editor. Los filósofos estudian según el currículo oficial. Estamos condicionados por los programas educativos oficiales", explica Antoni Garrido.
Además, Garrido va más allá de los referentes culturales y valora la presencia paritaria de hombres y mujeres en los libros. "Somos muy cuidadosos para conseguir cierta paridad", apunta. Garrido se refiere no tanto a los personajes históricos sino a la presencia de hombres y mujeres no reales -los que aparecen en manuales de ejercicios, en narraciones, en ejemplos...-. En estos casos -no recogidos en el estudio- asegura que no hay discriminación y que, además, se trabaja para no caer en los arquetipos más tradicionales y sexistas, sobre todo en cuanto a los roles de las mujeres.